viernes, 12 de abril de 2013

Lección de Managment

No es una jugada, aún la mejor, lo que debes buscar, si no un plan comprensible  (Eugene Znosko-Borovsky)


   Durante algo más de año y medio estuve trabajando como adjunto a la dirección de red en una gran compañía de telefonía móvil. Era el momento de mayor despliegue, donde los objetivos de instalación y puesta en el aire de las estaciones base (elementos básicos para dar cobertura de móvil) eran muy agresivos tanto en cantidad como en la necesaria velocidad de cumplimiento, ya que este despliegue podía suponer una gran ventaja desde el punto de vista competitivo.


   Recuerdo un día concreto en el que nos íbamos a reunir por separado con los responsables de cada una de las áreas de despliegue, repasaríamos sus objetivos y trataríamos la gestión de recursos tanto económicos como de carga de trabajo de cada una de las distintas empresas que trabajaban con nosotros.


   Antes de la entrada de cada uno de ellos el que era el director me decía:
“este es de tal manera, tiene un concepto de cómo debería ser el trabajo de esta manera y por tanto, debemos exponer así y llegar a esta conclusión de esta manera".   

  Ese día aprendí una lección práctica de managment difícilmente igualable en ningún master, combinó las habilidades de comunicación con un gran conocimiento de la gente con la que trabajaba, así como una idea muy clara de lo que tenía que conseguir con cada uno de ellos: No sólo hay formas distintas de alcanzar un mismo objetivo, sino que la comunicación del mismo objetivo debe ser distinta.


  Ese día me quedó clara la diferencia entre “mandar” y “gestionar”, además me sirvió para ver la diferencia de dar el mensaje aséptico, realista y directo, a la de realmente transmitir adaptando el mensaje para que realmente llegara a cada interlocutor
   El objetivo de la "partida" que jugaba con cada uno de ellos era el mismo, pero el planteamiento era totalmente diferente. 


   El campeón del mundo Emanunel Lasker (1868-1941) decía que había que encontrar la mejor jugada contra un rival específico, teniendo en cuenta sus características y estilo de juego, por lo que no siempre la mejor jugada objetivamente hablando (la verdad “pura”) era la mejor opción práctica (el mensaje transmitido y realmente asimilado por el receptor).


   En el ajedrez nos planteamos este tipo de cosas cada vez que iniciamos una partida, desde el primer movimiento  tenemos en cuenta tanto nuestro propio estilo de juego como el del rival, intentamos  buscar una apertura y un planteamiento de juego que se adapte a nuestro juego y a la vez que haga jugar incómodo a nuestro oponente. 


   Por otro lado, a veces se da el caso de que en una determinada posición podemos encontrar varias opciones objetivamente válidas y hay que elegir… normalmente no hay una que sea claramente mejor a las demás, en ese caso elegiremos la opción que nos lleve a jugar posiciones favorables o, si conocemos a nuestro rival, podemos buscar opciones que aunque objetivamente sean algo peor para nosotros, lleven a un juego que se adapte peor al estilo de juego de nuestro rival.


   La preparación del ajedrez de competición (aún en los niveles más amateur) nos lleva a acostumbrarnos al análisis no sólo de la materia en si mismo (mensaje a transmitir,  objetivo "aséptico"), si no a adaptar  esa materia al rival o, hablando en el entorno de las empresas, a adaptarlo a los distintos interlocutores que tendremos en el proyecto o en la reunión concreta, revisando cómo modular los mensajes que hay que transmitir y cómo hay que alcanzar los objetivo.

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