No es una jugada, aún la mejor, lo que debes buscar, si no un plan comprensible (Eugene Znosko-Borovsky)
Durante algo más de año y medio estuve trabajando como adjunto a la dirección de red en una gran compañía de telefonía móvil. Era el momento de mayor despliegue, donde los objetivos de instalación y puesta en el aire de las estaciones base (elementos básicos para dar cobertura de móvil) eran muy agresivos tanto en cantidad como en la necesaria velocidad de cumplimiento, ya que este despliegue podía suponer una gran ventaja desde el punto de vista competitivo.
Recuerdo un día concreto en el que
nos íbamos a reunir por separado con los responsables de cada una de las áreas de despliegue, repasaríamos sus objetivos y trataríamos la gestión de recursos tanto
económicos como de carga de trabajo de cada una de las distintas empresas que
trabajaban con nosotros.
Antes de la entrada de cada uno
de ellos el que era el director me decía:
“este es de tal manera, tiene un concepto de cómo debería ser el trabajo de esta manera y por tanto, debemos exponer así y llegar a esta conclusión de esta manera".
Ese día aprendí una
lección práctica de managment difícilmente igualable en ningún master, combinó
las habilidades de comunicación con un gran conocimiento de la gente con la que
trabajaba, así como una idea muy clara de lo que tenía que conseguir con cada
uno de ellos: No sólo hay formas distintas de alcanzar un mismo objetivo, sino
que la comunicación del mismo objetivo debe ser distinta.
Ese día me quedó clara la diferencia
entre “mandar” y “gestionar”, además me sirvió para ver la diferencia de dar el
mensaje aséptico, realista y directo, a la de realmente transmitir adaptando el
mensaje para que realmente llegara a cada interlocutor.
El objetivo de la "partida" que jugaba con cada uno de ellos era el mismo, pero el planteamiento era totalmente diferente.
El campeón del mundo Emanunel
Lasker (1868-1941) decía que había que encontrar la mejor jugada contra un rival
específico, teniendo en cuenta sus características y estilo de juego, por lo
que no siempre la mejor jugada objetivamente hablando (la verdad “pura”) era la
mejor opción práctica (el mensaje transmitido y realmente asimilado por el
receptor).
En el ajedrez nos planteamos este
tipo de cosas cada vez que iniciamos una partida, desde el primer
movimiento tenemos en cuenta tanto nuestro
propio estilo de juego como el del rival, intentamos buscar una apertura y un planteamiento de
juego que se adapte a nuestro juego y a la vez que haga jugar incómodo a
nuestro oponente.
Por otro lado, a veces se da el caso de que en una determinada posición podemos encontrar
varias opciones objetivamente válidas y hay que elegir… normalmente no hay una
que sea claramente mejor a las demás, en ese caso elegiremos la opción que nos
lleve a jugar posiciones favorables o, si conocemos a
nuestro rival, podemos buscar
opciones que aunque objetivamente sean algo peor para nosotros, lleven a un juego que se adapte peor
al estilo de juego de nuestro rival.
La preparación del ajedrez de
competición (aún en los niveles más amateur) nos lleva a acostumbrarnos al análisis no sólo de la materia en si
mismo (mensaje a transmitir, objetivo "aséptico"), si no a adaptar esa materia al
rival o, hablando en el entorno de las empresas, a adaptarlo a los distintos
interlocutores que tendremos en el proyecto o en la reunión concreta, revisando
cómo modular los mensajes que hay que transmitir y cómo hay que alcanzar los
objetivo.
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